El negocio del Deporte Infantil
Cualquier sociedad medianamente responsable se echaría las manos a la cabeza, tendría nauseas y lucharía por atajar el problema, pero nosotros no, la explotación infantil ocurre en otros lugares.
El otro día encontré este artículo de la revista Time, "How Kids’ Sports Became a $15 Billion Industry." -Como el deporte infantil se ha convertido en una industria de 15.000 millones de dólares-. Han leído bien, 15.000 millones de dólares es el dinero es el que se mueve con el deporte infantil. Y en los primeros párrafos del artículo nos habla de Joey Erace, un niño de 10 años que juega a béisbol. En su Instagram, @joeybaseball12, ya tiene más de 27.000 seguidores, nos cuenta que es un niño de 10 años y que será una estrella de la MLB en el 2025. ¿Es esto el béisbol infantil? Pues no, aquí tenemos equipos como los Piratas Valencia que andan años luz de estos planteamientos, pero este negocio de niños deportistas va a más, y parece que irá creciendo.
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Cualquier sociedad medianamente responsable se echaría las manos a la cabeza, tendría nauseas y lucharía por atajar el problema, pero nosotros no, la explotación infantil ocurre en otros lugares, nunca aquí. Aunque otros no pueden encontrarlo tan aberrante, ¿qué hay de malo en invertir dinero en tu hijo para que se convierta en un deportista de élite? ¿No ves como viven los deportistas profesionales? Si ganan más dinero en un año que el que tú ganarás en toda una vida.
Tengo tres hijos, dos practican deporte, la tercera no, tiene 3 años y me da batazos en la cabeza con su bate de plástico. Me gusta que mis hijos practiquen deporte, para que aprendan ciertos valores: el compañerismo, el trabajo en equipo, el esfuerzo personal que repercute en un bien de todos, el sacrificio, la ilusión por aprender... También está bien porque están una hora realizando actividad física, queman todo lo que comen y llegan a casa más cansados, con pocas ganas de convertir el sofá en Fenway Park y la televisión en el Monstruo Verde. Los sábados por la mañana se reúnen con sus colegas del equipo y vamos a jugar contra otros niños y niñas a los que les gusta el baloncesto -qué es el deporte que practican, donde yo vivo, en Tarragona no hay club de béisbol, y si lo hubiera no sé si lo cambiarían por el basket-, juegan el partido, ganamos, perdemos y la mayoría de veces les contamos que empatamos, porque, ¿a quién cojones con dos dedos de frente les importa el resultado de un partido de niños de 7 años o niñas de 9 años? Y así pasan los días, los meses y los años. Irán creciendo, entrarán en los bares y el deporte se quedará o pasará, quien sabe. Serán otros tiempos difíciles que deberemos vivir.
Y si, hay niños más buenos que entrenarán más horas, que serán mejores, que jugarán en equipos más competitivos, que querrán llegar a un nivel superior. Stop. ¿Quién quiere llegar a un nivel más competitivo el padre o el hijo? Y aquí llega la pregunta del millón, que deberíamos responder con otra pregunta, ¿qué queremos para nuestros hijos? Mi respuesta es sencilla, que sean felices. La respuesta del resto la desconozco, pero estoy seguro que la mayoría de papás y mamás quieren lo mismo para sus hijos, la felicidad.
Y, ¿en qué consiste la felicidad para un niño? Fiestas de cumpleaños, horas en el parque con sus amigos, partidos intrascendentes de cualquier deporte, viajar con sus padres, fiestas de pijamas, unos días en el pueblo con sus primos, añadid lo que queráis. Creo que la felicidad de un niño no está en practicar con el bate tres horas al día, dos horas lanzando, una hora de entrenador personal, ir al cole y volver corriendo a casa, fines de semana en campeonatos infantiles donde hay scouts que le pueden ofrecer el primer contrato, no poder ir a cumpleaños ni a fiestas de pijama porque esos días hay partidos vitales para su formación.
Y si alguien cree que exagero un ápice, le recomiendo ver este documental, que debería ser de visión obligatoria para todos los progenitores que vayan a apuntar a su hijo a algún deporte, y crean que su niño será la futura superestrella de la leche del deporte Universal. Con ustedes, "Trophy Kids"
"Pero esto no es así, puede que tu hijo sea el próximo Mike Trout, que gané millones de dólares y todo el sacrificio que ha realizado le sirva para que cuando sea mayor tenga la vida resuelta."
La anterior es una respuesta que escucho mucho cuando explico todo lo expuesto anteriormente -evidentemente ninguno de los que me lo dice ha visto el documental-. Cuando uno habla de que su hijo puede ser el próximo Curt Schilling le tengo que sacar la calculadora. En la MLB hay 525 jugadores nacidos en los Estados Unidos, la población de USA es e 325 millones de habitantes, así que sale un jugador de élite cada 619.000 habitantes. Si en España ha 46 millones de habitantes, nos da que de todo el país tendría 74 jugadores profesionales. Pongamos que la edad en la que juegan es de los 20 a los 40 años, son 20 años, eso nos daría 4 jugadores de cada año, redondeando a 80. Eso nos viene a decir que de todos los niños nacidos durante el 2000, 4 de ellos llegarán a ser profesionales. Decenas de miles jugando -sustituye béisbol por fútbol en España- y 4 llegarían a la MLB, y no todos ellos con contratos multimillonarios. Otros jugarían en equipos menores, pero eso ya nos saca de la segunda parte de la frase, "tener la vida resuelta." La vida del Minor Leaguer no es nada fácil, y sus sueldos están muy alejados de las grandes cifras de la MLB.
Veamos los sueldos de uno de los equipos más ricos de la MLB, los New York Yankees. 8 jugadores de la plantilla ganan mas de 10 millones de dólares, 10 jugadores ganan más de 1 millón, el resto menos de un millón -la mayoría cobran algo más de 500.000 anuales-. No son malos sueldos, ni mucho menos, pero no todos tienen contratos exorbitantes. Ganan mucho dinero comparado con la media de la población, no hay duda, pero probablemente lleven un tren de vida mayor que la mayoría de mortales. Pero, ¿vale la pena sacrificar la infancia por estas cantidades de dinero? Unos dirán que si, otros que no.
No sé si os habéis fijado en lo que hacen los deportistas retirados, pero muchos tienen su negocio -trabajo-, comentan partidos -trabajo-, hacen de tertulianos -trabajo-, curran en algún lugar -trabajo-, y supongo que alguno vivirá sin pegar ni chapa, esos son los pocos. Porque el ganar millones durante tu época de jugador, y no todos ganan millones, no te asegura tener la vida resuelta, ni mucho menos. Y sobre esto hay otro documental, "Bill Burr, 30 for 30, BROKE."