"Espía y traidor: La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría" de Ben Macintyre
Un libro de cabecera para conocer como funciona el espionaje, te metes en las entrañas de todo ese mundo, y sobre todo para conocer como funcionaba la KGB
Si te gustan las historias de espías, este es tu libro. Al principio no lo tenía muy claro, me entretiene más la ficción que las historias reales, que muchas veces son demasiado “académicas”, serias y con abundantes datos superfluos donde el escritor / historiador te cuenta mucho para que veas que sabe un montón del tema, pero tanto irse por las ramas hace que ya no veas el árbol, y no sabes si estás leyendo una historia de la Guerra Fría o una crítica de arte del Louvre de los años setenta, y ese es mi miedo en este tipo de libros.
Pero aquí la orientación es totalmente diferente, te sumerges en una historia de espionaje basada en hechos reales, hasta con algunos diálogos que hacen que la acción y el libro sea mucho más llevadero, consiguiendo una cierta ficción de hechos que realmente ocurrieron que seguramente está muy cerca de las auténticas conversaciones.
Había leído buenas opiniones de los libros de Ben Macintyre, que su forma de contar las historias era la adecuada y nada pesada, y me ha convencido su estilo y narrativa. Ya tengo en la recámara, “Un espía entre amigos: La gran traición de Kim Philby”, un personaje que también aparece en esta novela, un agente soviético infiltrado en el espionaje británico. También aguarda su turno, “Agente Sonya: Amante, madre, soldado, espía”, la vida de otra agente soviética en el corazón del Imperio Británico.
Pero vayamos por nuestro libro, la historia de Oleg Gordievski, un agente de la KGB que se pasó al lado Occidental, siendo uno de las fuentes de información más valiosas para los “Capitalistas” durante la Guerra Fría.
¿Porqué un espía se pasa al otro bando? Aquí nos cuentan que el padre de Oleg también fue del KGB, que vio las purgas de Stalin, el maltrato al pueblo que tuvieron que hacer bajo las órdenes del partido y lo que marcó eso a toda la familia. Para mi se queda algo corto en ese aspecto, no acaba de profundizar demasiado, el razonamiento es algo como, “que malos eran los rusos y que buenos los occidentales que liberarían al pueblo ruso del yugo del partido comunista.” Queda bien en los libros y en las conciencias, pero debajo hay algo más, deber haber algo más, uno no traiciona a su país, su familia y sus amigos porque crea que es lo que tiene que hacer es lo correcto y no hay nada más. Lo que hizo no fue fácil, y se jugó la vida, en sus últimos tiempos podría haber abandonado en cualquier momento, escaparse a Occidente y apuró al máximo sus probabilidades, probablemente el dinero nunca fue su motivación, ni los lujos de Occidente, creo que había una mezcla entre hacer lo que le pedía su conciencia y saber que podía cambiar las cosas, todo mezclado con un ego importante -el gran defecto de todos los espías, por lo que he leído, una de las tácticas más habituales que se utilizan, “eres especial, eres diferente, eres tú al que queremos.”-
Este es un libro de cabecera para conocer como funciona el espionaje, te metes en las entrañas de todo ese mundo, y sobre todo para conocer como funcionaba la KGB, una institución que siempre estuvo rodeada de sombras y misterio, aquí se nos ofrece algo de luz. Eran funcionarios, puros y duros, que no querían que los errores se los cargaran a ellos y los pasaban a sus subordinados o superiores, una equivocación te podía costar la carrera -un divorcio te mandaba de una misión internacional a cualquier oficina de la Unión Soviética, un error podía llevarte a estar durante años en un despacho sin luces en el último piso del último lugar más recóndito de la URSS, y claro, siempre sin ventanas-, se regían por el “si no se conoce el problema probablemente este se resuelva solo.” Todo eso no significa que no fueran muy inteligentes, y tejieron una de las mayores redes de espionaje de todo el mundo, apoyándose en dos bases para reclutar agente, la ideología comunista o de izquierdas ante un mundo claramente capitalista -cambiaremos el mundo con nuestro sistema- y el dinero que pagaban a los avariciosos agentes occidentales para que se pasaran al lado “oscuro”, ¿o el “oscuro era el otro lado? Quien sabe.
Muy curioso como se pasaban las señales entre agentes en esos tiempos, todo iba más o menos de esta manera: “dejaré un chicle pegado en la tercera farola de la calle Redding, eso será que tengo alguna información, cuatro días después dejaré el dominical del periódico en alguna de las papeleras del parque, si es en la primera será el lunes, la segunda el martes para saber que día me va bien quedar y compartir la información.” Bien, todo eran movimientos como estos, que no se podían repetir con ninguna frecuencia, siempre lejos de la embajada, porque allí se apuntaba todo lo que pasaba por la calle, si el coche X pasaba todos los días o los impares… Un mundo fascinante.
Libro recomendado para los amantes de historias de espías o la Guerra Fría 10/10.