La noche anterior al gran día (2.2)
Segunda parte del segundo capítulo de "Una Novela de Baloncesto"
Fotografía: Gentleman México
Capítulo anterior, La noche anterior al gran día (2.1)
Xavi mira los hielos azules, generados por la luz artificial que ilumina todas las noches. Galiza, Diosa del fuego, ama de mis entrañas, creadora del fuego eterno que me devora día tras día.
-Nunca lo sabremos, sólo viajamos por una línea temporal. Podría no haber sido ella, podría haber sido una italiana y hubiera terminado entrenando en Milán o Bolonia. Podría seguir casado con Carmén, ser feliz, tener otra hija o un hijo, que odiara el baloncesto, que me odiará a mí por no haber sido lo que hubiera esperado. Infinitas vertientes de una misma vida, de una única historia. Llegó ella y cambió mi historia y la del Zalguiris de Kaunas -dice Xavi con una sonrisa.
-En eso tienes toda la razón, no creo que ningún otro entrenador hubiera llevado a nuestro equipo hasta aquí. Como gran alquimista de jugadores que eres has conseguido la dosis perfecta de todos los ingredientes para lograr la poción mágica que todos creían imposible. Por eso te estaré eternamente agradecido, estos años han sido de los mejores de la historia de nuestro equipo. No había disfrutado tanto como contigo de mi labor de periodista. Contaba alguna gesta, pero en Europa siempre se hablaba más de derrota que de victoria, más retiradas que avances, más pesadillas que sueños. Ese parecía nuestro sino eterno, hasta que llegaste -Vytautas da un trago a su copa.
-Y ella me trajo. Tras unos meses de compaginar dos camas me decidí por Galiza, abandoné lo que más quería, mi hija, y lo aposté todo al As de Corazones -silencio-. Y como siempre que se juega, lo perdí todo. La casa siempre gana, de eso viven los Casinos y las casas de apuestas. Ahora no tengo a mi hija, ni a Carmen y con Galiza jugamos a las camas compartidas.
Xavi rememora de nuevo, en un instante, el juego de pensamientos de su nueva relación con Galiza. El momento que ella descubría que él se había acostado una vez, una sola vez, con una cheerleader del equipo, que ojos, que cuerpo, que imán, que atracción, la imposibilidad de decir que no a el sueño de cualquier hombre que conserve el instinto animal del apareamiento. El error de dar el número de teléfono a la diversión de un instante, no llegó ni a una noche, fue un momento, uno más de su vida, pero el que jodería el purgatorio que era su vida. Galiza, orgullosa, herida, ofendida, triste, no tarda ni una hora, tras la conversación acusatoria en largarse de casa.
-¿Qué es ese mensaje de “espero volverte a ver y que repitamos lo de ayer”?
-Nada
La fría casa de un día lituano en que la calefacción se olvidó de aparecer.
-Hace mucho que nos conocemos Xavi, y se que ese “nada” es todo, es mucho. Mientes, y vuelves a mentir. Esa foto de bailarina de cuerpazo, guapa, como las que a ti te gustan, como las que gustan a todos los hombres. Te has equivocado, lo sabes, me lo contarás y yo te perdonaré.
-No fue nada.
El error, la mirada de ella, ese nada es el todo, es el fin de lo construido hasta ahora. Se ha derrumbado el edificio, todo cae y no hay escaleras para volver a subir, porque se ha derribado o se ha quemado, ya no hay un camino que siga el anterior, nos hemos desviado para no poder volver jamás al cruce de caminos. Este “no fue nada” ha marcado el resto de nuestros días. Un gran amigo y mejor compañero de copas siempre tenía el mismo consejo, “jamás aceptes la culpa, ocurra lo que ocurra niégalo todo. Aunque tu mujer te pille con otra en la cama, sigue negándolo, porque eso dejará la duda flotando en el aire y puede enviar los acontecimientos al olvido, pero si aceptas la culpa, estás perdido, de eso no hay quien te libre. Ni mil disculpas ni mil regalos, no hay solución.” C'est fini. Era finita. Was over. Var över. Baigėsi.
Vytautas mira la copa, espera que Xavi continúe su confesión. Necesita hablar ahora, mañana no será un día de historias personales, mañana será un gran día para Kaunas, tras muchos años miles de personas enamoradas del Zalguiris volverán a una final europea. Llevan meses soñando con este momento, quieren celebrar una victoria. Se puede perder, como en todos los juegos, pero Xavi no puede fallar, ocurra lo que ocurra se debe hacer lo correcto, y por eso la mente debe estar centrada en un objetivo, ganar al Partizan de Belgrado, no hay nada más en el horizonte. Victoria.
-Y nunca he entrenado tan bien, ni tan concentrado como esta época donde mi vida personal es un auténtico infierno del que no quiero huir. Las discusiones en casa cada día son peores, nos decimos de todo, lo rellenamos de mentiras y rencores sólo para hacernos daño. Nos odiamos y nos enamoramos en minutos, una gran pelea seguida de una brutal reconciliación. Ella desaparece durante unos días, otros me voy yo, mi vida en casa en un caos que se convierte en genialidades cuando estoy entrenando. Veo el baloncesto como nunca lo había visto antes. En el mundo del béisbol cuando un jugador está en racha bateadora explica que ve las bolas como melones, pues eso me ocurre a mí como entrenador. Lo veo todo de forma clarísima, como nunca lo había visto antes, sé que decisión es la correcta, como motivar a un jugador, lo que tengo que corregir, parece que he comprendido por fin el juego. Como en Matrix, he descifrado el Universo.
Xavi da otro trago a su copa, una morena de largas piernas sentada a dos mesas de distancia mira al entrenador y al periodista.
-Y cada discusión, cada mensaje de rencor, cada fotografía que ella me manda con algún hombre guapo, feo, alto, bajo, gordo, flaco, viejo, joven consigue que mi mente se centre más en el equipo, en mi trabajo, en mi gran misión que concluye mañana. Ganar la Euroliga, pasar a un pedazo de historia de nuestro deporte, allí voy directo, y sé que ocurrirá, porque todo está alineado para que esto no falle. Veo el partido y todas sus variables, y cual es la mejor respuesta. Me siento como “Deeper Blue” antes de derrotar a Kasparov. Y mi vida es de lo más sencilla, aunque parezca compleja, cuando Galiza desaparece o no la soporto busco otra compañía, y siendo famoso en Lituania y adorado en mi ciudad no me cuesta nada. ¿Has visto la chica morena que está en esa mesa? -Xavi dirige su mirada a la morena de las piernas infinitas.
-Claro que si, puedo ser periodista pero no soy ciego -responde Vytautas.
-Pues observa, ahora me levantaré, iré a su mesa a charlar un minuto con ella y verás lo que pasará después. Así de fácil es todo ahora, y todo esto me libera de los rollos del corazón que siempre afectan a la cabeza. Galiza va pasando mientras yo sigo creciendo. Pierdo a las mujeres de mi vida y voy ganando partidos, no es mal negocio.
Xavi sonríe, se levanta y se dirige a la mesa de la chica de pelo oscuro. Está allí menos de sesenta segundos, le habla cerca de la oreja, ella mira hacia la barra del bar mientas escucha al famoso entrenador del equipo de Kaunas.
Xavi vuelve a la mesa, un nuevo trago de su copa. Vytautas pediría otra, pero sabe que está en esa zona donde limita el descontrol con la zona tranquila, donde puede llegar a perder los papeles, un día de trabajo intenso con una buena resaca no es el mejor plan del mundo. Podría ser una copa más y ya está, eso no lo sufrirá a la mañanasiguiente, pero sabe qué Xavi no le acompañará. El entrenador sabe muy bien lo que quiere, tiene la mirada de Jordan cuando estaba en alguna de las seis finales de la NBA que jugó y ganó. Cuentan que los ojos son el espejo del alma, no creo que sea así, son la misma alma, es donde habita, en la mirada, allí está todo, por los ojos los conoceréis.
La chica morena muestra sus piernas completas, cuando se acercan se ven sus ojos claros, sus pechos que no son pequeños ni enormes, esa sonrisa con la que mira a Xavi, como deja una tarjeta de plástico sobre la mesa y susurra tres números, la puerta de unos minutos de sexo. Cuando termine Xavi se vestirá y volverá a dormir a su habitación, no quiere conversaciones por la mañana, ni dar explicaciones, ni que nadie lo vea salir de una habitación donde una mujer hermosa en albornoz le lanza un beso que nunca llegará a su destino. Sexo, diversión y volver a lo que es ahora su vida, su trabajo, su equipo, sus jugadores, su ciudad, su puerta de entrada a la historia.
-Sabes donde voy -dice Xavi levantándose de la mesa y terminando el culo de la copa-. Descansa, que mañana nos espera un gran día.
-Eso haré -responde Vytautas mientras ve la espalda de Xavi que se dirige hacia el ascensor. No es envidia lo que siente, conoce bien las reglas del juego, él es periodista, lo suyo es observar como la gente famosa y poderosa consigue cosas que el resto de los mortales, la inmensa mayoría, puede soñar pero no alcanzar. Algún día de suerte ha tenido él, como todos, no es Stephen Curry pero de vez en cuando mete algún triple.
No le apetece meterse en la cama, levanta la mano, mira al camarero que asiente con la cabeza. Ve su futuro, le servirá otra copa que tomará en silencio mientras lee en sus redes sociales estupideces que olvidará, el alcohol le dará el valor y las ganas que ahora no están en su mejor momento. Pedirá en recepción un taxi, cuando esté montado le dirá al taxista que le lleve a un bar de moda, allí beberá e intentará ligar, y como la mayoría de veces no lo conseguirá. Saldrá a por otro taxi, que le lleve a uno e esos bares donde las mujeres fuman y los hombres listos pagan en efectivo. Cuando vuelva al hotel se quedará dormido a los segundos de meterse en la cama, por la mañana se tomará el omeprazol y el paracetamol, después de desayunar el ibuprofeno y a trabajar. Con mucha agua y alguna droga más podrá cubrir sin problemas la final de la Euroliga, y si gana su equipo ahogará su hígado, y si pierden también lo hará.